El Conde de Saint Germain

EL MISTERIOSO PERSONAJE DE SAINT GERMAIN


Se trata de un personaje misterioso, cuyo origen se pierde en el tiempo. Se cree que nació el 26 de mayo de 1696, hijo del Rey de Transilvania Ferenz II RaKoczi y la Princesa Carlota, en el castillo de los Montes Carpatos. El Rey fue perseguido por Carlos VI que lo consiguió destronar. Mientras tanto, para proteger a su hijo el pequeño Príncipe, lo envió a Florencia, allí fue cuidado y educado por el último de los Médicis.

A los 14 años ya se destacó en un movimiento franco masón espiritual mientras estudiaba en la Universidad de Siena. Sólo a la muerte de su padre en Turquía, donde permanecía en el exilio, comenzó a mostrar sus poderes, pues estando junto a su padre en el lecho de muerte en 1735, fue visto junto a un famoso rosacruz en Holanda. Los acontecimientos lo habrían atado a una vida oficial en Hungría.

Apenas murió apareció en Escocia donde vivió hasta 1745, después se trasladó a Alemania y a Austria, y de ahí se fue a la India a estudiar Alquimia.

En todos éstos años se le conoció por diferentes nombres: Marques de Monferrat, Conde Bellamare, Caballero Schoening...

Saint Germain repareció esta vez con el nombre de Conde de Saint Germain. Triunfó en las cortes europeas del siglo dieciocho. Concretamente, apareció en la corte del rey Luis XV, como un enigmático personaje que se hacía llamar conde de Saint Germain. Su origen era un misterio. Unos decían que eera alemán. Otros, español. Incluso se dijo que podía ser italiano, ruso o tibetano, pero nunca se supo.

Entre sus facultades se contaba la capacidad de convertir el plomo en oro y de arreglar, por artes completamente desconocidas, cualquier piedra preciosa que tuviera alguna imperfección. Sus poderosos misterios incluían el hipnotismo y la curación de dolencias con polvos que él mismo fabricaba.

Nadie sabe de dónde salía este taumaturgo ni de dónde sacaba su inagotable riqueza y su gran fortuna, que lo llevaron a codearse con lo mejor de la sociedad francesa, inglesa, rusa o belga.

En la corte, el enigmático conde de Saint Germain afirmaba ser inmortal y que su sabiduría procedía de un lugar remoto. Desapareció de la misma forma que apareció. No tenía necesidad de comer o beber ya que disponía de la Sustancia Universal.

Se cuenta que en una ocasión el tomó una moneda, la expuso a una llama y cuando se enfrió se la dio a Casanova. Este, a pesar de constatar que era de oro puro, expresó su duda al Conde diciendo que él la había cambiado. El Conde contestó: "El que duda de mis conocimientos no merece hablar conmigo" y acto seguido le mostró la puerta.

Cierto día, pronunció las siguientes palabras, que Franz Graffër, consignó en sus memorias: “Desapareceré de Europa –dijo- para ir a la región del Himalaya. Allí descansaré. Tengo que descansar. Dentro de ochenta y cinco años se me volverá a ver”. . Con estas palabras, desapareció de la escena y algunos dicen haberlo visto de nuevo muchos años después.

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